UNA ROSA.
Al llegar a un rosal en la llanura,
admiré muchas más en lontananza.
De pronto vi impactado... ¡preciosura!,
quizá para ésta rosa tenga yo una esperanza.
Era muy diferente... muy hermosa.
Con un corazón bueno y sensible.
Al ver, le confundí con una diosa,
su alma bondadosa e invisible.
Su faz era de álamo, muy fino,
sus rizos una cascada de oro
y sus labios, del más sagrado vino.
Escucha este soneto, te lo imploro,
le dije yo con voz de peregrino.
y centellearon sus ojos... un tesoro.
Al llegar a un rosal en la llanura,
admiré muchas más en lontananza.
De pronto vi impactado... ¡preciosura!,
quizá para ésta rosa tenga yo una esperanza.
Era muy diferente... muy hermosa.
Con un corazón bueno y sensible.
Al ver, le confundí con una diosa,
su alma bondadosa e invisible.
Su faz era de álamo, muy fino,
sus rizos una cascada de oro
y sus labios, del más sagrado vino.
Escucha este soneto, te lo imploro,
le dije yo con voz de peregrino.
y centellearon sus ojos... un tesoro.
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