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viernes, 20 de marzo de 2009

AIRADA. POR: VICTORIANO SÁNCHEZ CARBAJAL.


AIRADA.

Surgiste airada ante la luz del día.
Cuando tu estrella por fin vino a este mundo
mi corazón fulgió y el alma enternecida
buscó bajo tu sombra fiel cobijo.
Alma pobre, pobre alma mía,
deseosa de tu amor y tus anhelos
solo encontró suspiros de desdicha
y la esperanza de aquel amor divino
cuya promesa a un alma pequeñita
brindara mi Creador en su bondad eterna.
Surgiste airada ante la luz del día
y en tus pequeñas tribias de venganza
marchitaron las flores de tu vida
y los cielos azules, que algún día
mostraron su esplendor de fe sincera y profunda
pasarán como la noche turbia.
Y fueron tus desdichas mis desdichas.
Y fueron tus anhelos mis anhelos
y fue mi soledad, fue… solo mía.
Y viviste feliz en tus quimeras
y en el alma sin fin de la existencia
los destinos cruzaron nuestras vidas
y al Dios eterno suplique clemencia.
Y dijo entonces el AMOR del todo:
- Corazón de niño: amar, sufrir, llorar,
es verdadero, yo te entrego la dicha.
Entrégame la vida. -
Y le entregué mi vida por tu vida,
así como mis llantos por tus risas,
y le ofrecí mis lágrimas por amor verdadero.
Tantos anhelos por encontrarte, vida.
Tantos desvelos cercano de la muerte
por la nostalgia y soledad que un día
aprisionaron mi vida en forma fuerte.
Y tu surgiste, surgiste airadamente ante la luz del día
y yo sufrí en mis lágrimas por verte
y diciendo solamente, no es momento,
te alejaste, pensando en tus desdichas
y yo seguí llorando, llorando y esperando siempre
al alma pequeñita que buscando la vida
al Creador pidió venir al mundo
y de sus Padres le fue la vida o muerte.
Y tu… y tu surgiste airada ante la luz del día,
y yo entre mis penumbras, amando siempre.
Siempre, siempre al alma pequeñita.
Y a ti mi amor… amé.
Los amo y amaré siempre.

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